jueves, 27 de noviembre de 2014

QUÉ ES ALABAR Y ADORAR A DIOS

QUÉ ES ALABAR Y ADORAR A DIOS

          ¿Es lo mismo alabar a Dios que adorar a Dios? Bueno, muchas veces en nuestro diario hablar tendemos a utilizar indistintamente estos términos. Aunque ambas cosas implican rendirle tributo, exaltación, honor, veneración y gloria a Dios; podría decirse que existe una delgada línea que diferencia ambos conceptos.



1. LA ALABANZA:

          La alabanza a Dios es, principalmente, un acto de gratitud por todo lo que Dios hace, pero más aún, porque él es digno de ella. Alabar a Dios implica un acto de reconocimiento de su grandeza y señorío, así como de lo excelso, único, admirable y grandioso que es él.
          Al alabarle, proclamamos sus poderosos hechos, sus maravillas, su grandeza, su poder y su gloria. Le ensalzamos, enaltecemos, honramos, glorificamos y exaltamos con admiración y gratitud; recordamos victorias pasadas y declaramos triunfos futuros.
          Cuando le alabamos, declaramos también lo que dice su Palabra acerca de él mismo: lo grande, Todopoderoso, omnipotente, misericordioso, soberano, altísimo, benevolente  y clemente que él es.

2. LA ADORACIÓN:

          La adoración Dios implica mucho más que alabarle. Es un encuentro profundo con el Señor, con su Persona Divina. A través de este encuentro personal podemos palpar Quién es él y tomamos conciencia de quiénes somos nosotros, junto a él; así como de nuestra inmensa pequeñez e insignificancia.
Por eso, tal confrontación con la majestad divina, estando ante él en adoración, hará que nuestra adoración esté enmarcada dentro de una actitud de reverencia. Pero al adorarle así, no le veremos solamente como el excelso, Altísimo y Todopoderoso; sino también nos lleva a verle como el Dios de amor, que es también nuestro Padre celestial. Por lo que la adoración nos une más a Dios.
          Además, la adoración a Dios implica un acto de humillación voluntaria y sometimiento al Señor, en donde nuestro ser entero lo rendimos ante él. Por eso, la adoración ha de ser entregada a Dios, en una actitud de humildad verdadera.

          Todos estos aspectos que, a grosso modo acabamos de mencionar, respecto a la adoración a Dios, merecen ser vistos con mayor detenimiento, pues encierran grandes y profundas verdades. Tener conciencia de las mismas, puede abrirnos mejor los ojos ante las grandezas y bendiciones del alabar y adorar a Dios.

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