Se denomina
naufragio o hundimiento al proceso por el que una embarcación se hunde mientras
ésta navega por el mar, un río, lago, laguna o cualquier otro cuerpo de agua.
Aunque en ocasiones el término naufragio se utiliza también para designar los
restos de un barco hundido total o parcialmente, el término apropiado para ello
es pecio.
Además, en
sentido figurado «naufragio» se emplea como sinónimo de desgracia.
Cuenta la
historia de un hombre sobreviviente de un naufragio quien llegó a la playa de
una diminuta y deshabitada isla. Pidió fervientemente a Dios ser rescatado, y
cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar.
Cansado,
finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse y
almacenar sus pocas pertenencias. Entonces, un día, tras merodear por la isla
en busca de alimento, regresó a su casa sólo para encontrar su cabañita
envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había
ocurrido: lo había perdido todo. Quedó anonadado de tristeza y rabia: «Dios
mío, ¿Cómo pudiste hacerme esto?» se lamentó.
Sin embargo,
al día siguiente fue despertado por el ruido de un barco que se acercaba a la
isla. Habían venido a rescatarlo.
¿Cómo supieron que estaba aquí? – preguntó a
sus salvadores.
Vimos su
señal de humo – contestaron ellos.
La próxima
vez que tu cabaña se vuelva humo, recuerda que puede ser la señal de que la
ayuda y gracia de Dios viene en camino.
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